La educación al margen del sexismo: cómo fomentar la igualdad entre niños y niñas.
Claves para evitar actitudes sexistas
A continuación presentamos algunos de los factores que te ayudarán a educar en la igualdad:
Repartir las labores del hogar. Son el ejemplo más paradigmático. Si desde pequeño los padres inculcan al niño que el hogar y las tareas que conlleva es responsabilidad de todos, al niño le será más complicado observar diferencias de género. Esto adquiere especial peso en un mundo en el que las responsabilidades laborales suelen estar repartidas a partes iguales entre padre y madre.
Expresar los sentimientos. Debe ser percibido como algo totalmente individual y natural, que depende de la persona y no del sexo. El tópico de que los hombres no deben llorar en público aún está muy extendido (el 21 % de los adolescentes aún lo da por bueno), y ayuda a fomentar la actitud discriminatoria. Si un niño ve que sus padres expresan sentimientos con libertad lo percibirá como un signo de igualdad.
Evitar el lenguaje sexista al hablar. Muchas veces pueden hacerse comentarios sexistas o emplear palabras de desprecio hacia el sexo opuesto, incluso sin caer en la cuenta de ello. Es una actitud a evitar, puesto que los niños tienden a imitar cualquier cosa que hacen o dicen sus padres.
Elección de las actividades extraescolares. No trabajes con el supuesto de que los chicos vayan siempre a hacer deportes y que las chicas van a elegir danza y música. Todas las actividades son adecuadas para todos, y es algo que sólo depende de los gustos y de la vocación de cada persona.
Juguetes. Una de las fuentes de discriminación que parecen más inofensivas. Existe el peligro de que los pequeños entiendan que tienen asignados unos roles. A la hora de jugar, todos pueden usar libremente todos los juguetes. De hecho ello les permitirá también el desarrollo de su imaginación y de su creatividad.
Lee el siguiente artículo donde se amplían estos datos La educación al margen del sexismo
Varias esferas de la vida familiar determinarán, según el trato, las expectativas y los roles, su forma de comportarse así como el papel que jugará el niño o la niña en el futuro. Por ello, hay que tener presentes situaciones como las que se enumeran a continuación
Los modelos familiares. El dicho ‘predicar con el ejemplo’ suele ser muy adecuado. En el seno familiar tradicional las ‘labores del hogar’ eran femeninas y los ‘trabajos’ masculinos y cambiar esa concepción es fundamental a la hora de educar a los pequeños y pequeñas en la igualdad. Que el hombre asuma tareas que tradicionalmente estaban ligadas a la mujer y viceversa hará que los niños y niñas crezcan en un ambiente en el que la igualdad entre los sexos sea vista como algo normal. Es importante que el reparto de tareas en el hogar se explique y que todos participen en ellas.
Valorar la diferencia como personas y no como sexos. Es normal que a los hijos/as no se les trate de la misma forma; cada persona es distinta y hay que aprender a que ellos/as valoren que en esa diferencia descansa la riqueza. No obstante, el hecho de valorar y apreciar las diferencias no debe hacerse en función del sexo de la persona y mucho menos potenciarlas en base a ello.
La expresión de los sentimientos. La capacidad de ser más o menos expresivo con los sentimientos es una cuestión puramente personal, interna de cada uno y nada tiene que ver que se trate de un niño/hombre o una niña/mujer.
La elección de las actividades extraescolares. Los familiares deben fomentar la práctica de actividades alternativas sin hacer diferenciaciones en cuanto al sexo. Las habilidades para realizar una u otra actividad no vienen determinadas por el sexo de quien las practica.
El lenguaje. Los familiares deben evitar la utilización de palabras, dichos populares o comentarios sexistas. Es una muestra de sensibilidad hacia el tema que nos ocupa y un modelo de trato igualitario.
Los medios de comunicación. Es aconsejable que los familiares se sienten con los niños y niñas y les expliquen qué están viendo en la televisión , en una revista o en cualquier otro medio de comunicación. Algunos mensajes publicitarios suelen encasillar al hombre y a la mujer en sus roles tradicionales, y los adultos deben ser críticos al respecto. De esta forma se fomenta una actitud responsable.
Los modelos de referencia más próximos para los menores van a ser determinantes en el aprendizaje de valores y actitudes. No hay que olvidar que durante los primeros años las niñas y niños se rigen por la imitación de sus adultos. De ellos depende, en buena medida, que esos comportamientos e ideas se construyan sobre una base de igualdad.
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