El propósito de mi proyecto coeducativo
El propósito de por qué tuve la necesidad de crear esta asignatura está en el siguiente artículo que escribí en su día, en el que expongo mi convencimiento absoluto de que la única forma de acabar con la desigualdad es a través de la EDUCACIÓN, como única HERRAMIENTA esencial para ello. Sólo educando en igualdad podremos acabar, entre otras cosas, con lacras sociales tan horribles como la violencia de género y podremos construir un mundo más JUSTO entre hombres y mujeres por IGUALITARIO.
Articulo de Mercedes Sánchez publicado en la Revista digital CON LA A
La qa ́ida o la norma invisible.
Como mujer muchas veces me he preguntado por qué se comenten tantas injusticias y desigualdades contra las mujeres por el simple hecho de ser mujer. En ocasiones, el asalto a nuestros derechos es tan obvio e insultante que sigo sin saber por qué el mundo no se levanta clamando a los cuatro vientos justicia para que tal cosa no pueda volver a cometerse contra nadie nunca más.
En este sentido, he tenido que leer a Fatema Mernisi para descubrir una explicación lógica a esto. En "Sueños en el umbral", Mernisi nos habla de la qa ́ida o norma invisible. La aplica para referirse a las normas restrictivas que marcaban la vida de las mujeres dentro de un harén, fueran abiertos o cerrados. Mantiene que la qa ́ida está donde haya seres humanos, es decir, en todas partes y que, por desgracia, esta norma invisible, además, estará siempre en contra de las mujeres. Si la respetas como mujer no te pasara nada pero, de lo contrario, sufrirás persecuciones, humillaciones y todo tipo de tropelías, además de las que ya padeces, añado yo, por el hecho de obedecerla fielmente. Lo interesante es ver que esta norma invisible puede aplicarse también a las vidas de las mujeres de occidente, aunque en un principio nos cueste reconocerlo.
Desde sus orígenes “el mundo no se preocupó de ser justo o no con las mujeres”, las normas siempre se han hecho para quitarnos o mermarnos todos los derechos. Así, desde que el mundo es mundo, los hombres y las mujeres han trabajado desde que salía el sol hasta que se ponía (puedo afirmar que las mujeres continuaban haciéndolo después de ponerse el sol) y mientras unos ganaban dinero o especies, las otras no ganaban nunca nada. Aquí empezó esa norma invisible, la qa ́ida. Nadie sabe quién la inventó, ni implantó, pero ahí está, marcando la desigualdad entre ambos sexos. Cuando, después, la mujer en occidente, fue consiguiendo una mayor independencia y reconocimiento de sus derechos, falsamente, la qa ́ida sigue ahí, mermando, despojándonos todavía de ellos. Es invisible, ese es su mayor poder. Por eso, aunque hayamos creído que somos libres y que todo el camino está hecho, todavía queda mucho por hacer, esta lucha no ha hecho más que comenzar.
Las mujeres vivimos entre muros invisibles que nos marcan la vida y nuestros actos. El otro día se daba a conocer unas estadísticas escalofriantes: el 60 % del alumnado en las universidades son mujeres, los mejores expedientes académicos igual, pero solo un pequeño porcentaje de ellas alcanzará puestos de alta responsabilidad en las empresas. Sólo una de cada tres ingenieras llegará a participar en proyectos de investigación y en la mayoría de los casos renunciará a su vida profesional en pro de la familiar. El hombre no. Incluso, ya en la Universidad, la mujer se planteará participar en proyectos o becas de investigación si su pareja no lo ve con buenos ojos. ¿Acaso no es esto la qa ́ida? ¿Acaso no es esto lo mismo que las normas de un harén con muros invisibles, pero con muros aún más altos? ¿Acaso no es esto peor que aquello que ves y contra lo que no puedes luchar?
Lo que entonces debemos plantearnos es como descubrirla, cómo hacerla visible a los ojos del mundo. Como dice Mernisi, no hay nada tangible que, por desgracia, nos haga posible hacerla visible, excepto el dolor que produce después de haber actuado la qa ́ida. Así, aquí también, en occidente, está el dolor de la violencia de género y sus gravísimas consecuencias, el dolor de hacer el mismo trabajo y no recibir el mismo sueldo, el dolor de no poder elegir ni decidir qué hacer ni con tu vida y con tu cuerpo, el dolor de seguir sintiendo, que el problema sigue siendo haber nacido mujer. Todo lo que tiene la categoría de prohibido en la vida de una mujer pertenecería a las normas invisibles de la qa ́ida. No nos engañemos, la qa ́ida está y existe en la mayor parte del mundo para nosotras.
Cuando existen normas restrictivas una sabe a qué atenerse, si luchas o te salvas o enmudeces y te quedas, pero, al menos, sabes contra quien luchar. Por eso, queda tanto para conseguir la igualdad plena, porque todavía hay un alto muro invisible que se llama desigualdad o, lo que es lo mismo, aunque seamos occidentales, "qa ida".
Yo, sin embargo, sí pienso que hay algo que puede ser tangible y que puede acabar con esta invisibilidad tan dañina para toda mujer y ese algo se llama educación. La acción de educar en igualdad puede derribar todos los muros, hasta los de los aquellos que dicen que esos muros no existen.
Con esta asignatura intentaremos derribar, al menos, parte de ese muro para intentar construir un mundo más justo, donde la igualdad y el reconocimiento de los derechos entre hombres y mujeres sean una realidad posible. ¡¡Ayúdame a conseguirlo!!
MERCEDES SÁNCHEZ VICO